Los avances en tecnología e innovación han permitido obtener muchas mejoras en el funcionamiento de calderas de gas, de las cuales son sistemas que, a través de la combustión de gas, obtenemos calor para la instalación de calefacción o agua caliente sanitaria (ACS). Te explicamos los distintos tipos de calderas de gas que existen en el mercado:
Tipos de calderas de gas y cómo funcionan
Atendiendo a su funcionamiento, el servicio que ofrecen y su instalación, podemos encontrar varias diferencias:
Según el combustible que utilicen:
Para calderas de gas de <70 kW, que usen combustibles gaseosos, podemos encontrar dos tipos de calderas dependiendo el tipo de combustible con el que funcionen:
– El GN (gas natural)
– Los gases licuados del petróleo (como el propano)
En su funcionamiento, la principal diferencia entre ellas dependiendo del gas con el que trabajen, es la presión a la que deben operar con cada uno de ellos. En España las presiones que están establecidas son de 20 mbar para las de gas natural, y 37 mbar para las de gases licuados.
Según su servicio:
Aquí nos encontramos dos tipos de calderas, en función de si producen o no ACS (agua caliente sanitaria), aunque dentro de ellas nos encontramos alguna subcategoría.
– Solo ofrecen calefacción:
No tienen incorporada la producción de ACS, es decir, solo alimentan un circuito de calefacción, aunque se podría incorporar un depósito para la obtención de esta agua., de ahí que existan dos subcategorías:
No preparadas para la producción de ACS:
Habría que instalar algunos elementos externos que permitan su conexión a un interacumulador.
Preparadas para la producción de ACS:
Ya están preparadas para su conexión a un interacumulador, llevando instaladas internamente los elementos necesarios para esta conexión a un depósito de agua, por lo que su montaje resulta más sencillo.
– Calderas mixtas:
Llevan la producción de ACS incorporada, pudiendo ofrecer calefacción y agua caliente. Algunas se denominan instantáneas, donde la producción de ACS es inmediata, se produce en cuanto se demanda este servicio. Se realiza a través de un intercambiador de placas, que transfiere el calor generado en la caldera de agua. Cuando se da la demanda, mediante una válvula deriva el agua procedente del intercambiador de calor de la cámara de combustión hacia el intercambiador de placas para producir agua caliente. Si no hay demanda de ACS, el agua se dirige hacia el circuito de calefacción.
Según el tipo de instalación:
– Calderas de tipo B:
Son calderas que cogen el aire necesario del local en donde estén instaladas, y lo expulsan al exterior. La estancia debe contar con una rejilla que permita la entrada de aire.
Atmosféricas:
Es un sistema en el que la cámara de combustión está abierta. En ellas, para la combustión, se utiliza el aire que está en el mismo lugar físico que la caldera, eso hace que sea menos eficiente y más contaminante, al quedar los gases de combustión en el aire de la vivienda.
De hecho, debido al su alto nivel de contaminación, son calderas que están prohibidas de instalar desde 2010.
De tiro forzado:
También cogen el aire del local donde están instaladas. La diferencia con las anteriores es que en estas se fuerza la evacuación de los productos de la combustión mediante la incorporación de un ventilador. De esta forma, la instalación no se ve tan influenciada por cambios climáticos.
– Calderas de tipo C:
Calderas de gas estancas
Al tener sellada la cámara donde se realiza la combustión, es un tipo de funcionamiento muy seguro, ya que el aire no entra en contacto con los gases producidos en la combustión. Surgieron como evolución de las calderas atmosféricas y tiro forzado, ya que suponían una mejora en la seguridad y rendimiento. Después, las estancas más convencionales también han ido evolucionando, dando lugar a calderas de bajo NOx, y calderas de condensación. Cada una es una mejora con respecto a las tradicionales.
Estas calderas son bi-tubulares, ya que por un conducto absorben el aire del exterior, y por otro extraen los gases tóxicos y los eliminan.
Calderas de bajo NOx
Como comentábamos anteriormente, son calderas estancas, pero con una diferencia fundamental en su diseño. Tiene un sistema muy parecido al de condensación, que citamos a continuación, con el que consigue una emisión de NOx (óxido de nitrógeno) mucho más baja, de ahí su nombre.
Incorpora un diseño especial en su sistema de combustión, gracias al cual cumple con las normativas ecológicas y protección del medio ambiente. Todo gracias a que al usar el aire del exterior (como las estancas), el quemador se refrigera por el circuito de agua, que enfría la llama que quema el gas, reduciéndose la temperatura de los humos y su contaminación.
Calderas de condensación
Estos tipos de calderas de gas son una revolución en su funcionamiento. También son estancas, ya que la combustión del gas se produce en una cámara cerrada, pero con la ventaja de que se reutiliza la energía generada por el vapor de agua en la propia combustión del gas. Cuando el vapor de agua se condensa (pasa de estado gaseoso a líquido) libera energía, la cual se aprovecha para calentar el agua, consiguiendo disminuir el consumo de gas.
Gracias a ese sistema, se consigue aumentar la eficiencia energética y reducir la emisión de los gases contaminantes, además de tener otras ventajas que encontrarás a continuación con más detalle.
Actualmente, las calderas de condensación se van imponiendo en el mercado, gracias a su eficiencia energética, rendimiento y su baja contaminación. Además, aunque su precio es más alto respecto a las otras, se amortiza rápidamente con el ahorro del combustible gaseoso.
Las grandes ventajas de las calderas de condensación
Estas son calderas de alto rendimiento que se basan en aprovechar el calor producido por la condensación del vapor de agua en la combustión. Sus increíbles ventajas son:
– Ahorrar hasta un 30% en tu factura de gas
El funcionamiento de estas calderas está basado en la condensación, cuando el vapor de agua producido en la combustión del gas pasa de un estado gaseoso a líquido, se libera energía (calor latente) que es aprovechada para calentar el agua. De esta forma, se necesita menos combustión de gas para calentar, por lo que se consigue un ahorro entre el 25-30% en el consumo de energía, que conlleva a su correspondiente reducción en la factura del suministro energético.
– Mayor rendimiento
Al aprovechar el calor generado por la condensación del vapor de agua, las calderas son más eficientes, consiguiendo llegar a una eficiencia energética que está alrededor del 100% frente a un 80% que tendría una caldera más convencional.
– Más respetuosa con el medio ambiente
Gracias a que, al utilizar menos combustible, son calderas que emiten menos gases de CO2 y NOx. Por eso cumplen con la normativa europea ErP, que exige la comercialización de unas calderas más eficientes.
En Warmhaus apostamos por los tipos de calderas de gas de condensación, ofreciendo como especialistas la máxima eficiencia energética y confort en calefacción y agua caliente en todas nuestras calderas. ¡Descubre ahora todas sus ventajas!